miércoles, 4 de mayo de 2016

Las relaciones semánticas: hiperónimo e hipónimo, sinonimia, polisemia, homonimia, antonimia y cambios semánticos

¡Buenos días a tod@s!


Hoy vamos a dejar a un lado la literatura y vamos a centrarnos un poquito en aspectos de lingüística (ya sabéis que el blog trata de todos aquellos aspectos que considero interesantes y útiles).


Me gustaría hablaros acerca de las relaciones semánticas, es un aspecto útil para todos aquellos que quieran conocer un poquito más nuestra lengua, vayan a examinarse en la selectividad o simplemente por disfrute :).


Comenzaremos hablando de la jerarquización de los significados, donde debemos incluir la hiperonimia y la hiponimia. En primer lugar, dejar constancia que las relaciones de inclusión son un elemento universal para la organización del léxico de una lengua, técnicamente esto se conoce como hiponimia. La relación inversa a lo dicho es la hiperonimia. El resultado de ello converge en una serie de hipónimos que forman parte del mismo hiperónimo y que, entre sí mismos, tienen una relación de cohipónimos. Veamos un ejemplo: 

Flor (es nuestro hiperónimo): clavel, margarita, rosa... (son los hipónimos de flor que entre sí establecen una relación de cohipónimos).


Dicho esto, es interesante saber que estas relaciones permiten una estructura jerárquica en estratos de los términos de una lengua natural, cuya función se basa en establecer una comprensión decreciente y una extensión creciente. No obstante, nos topamos ante un problema: existen hipónimos que forman una relación de cohiponimia entre ellos, pero que no poseen un hiperónimo (es el caso de olla, sartén, cacerola, cazo...). La solución a ello es establecer como hiperónimo un sintagma lexicalizado como utensilios de cocina.


Es interesante también abordar el tema de las relaciones entre significante y significado. No obstante, hemos de dejar constancia que en una lengua natural no existen relaciones unívocas, lo cual anula el concepto de signo lingüístico establecido por Saussure: significante y significado son indivisibles. Si bien es cierto, las relaciones biunívocas o homosémicas son escasas, es el caso del término elefante. A pesar de ello, existen fenómenos como la polisemia (factor que contribuye a la economía lingüística) o la sinonimia (considerada como una superabundancia innecesaria).


Centrándonos en la sinonimia observamos que la semántica la ha caracterizado como la adquisición similar o idéntica de un significado a diversos significantes. Por ello, debemos hablar de los distintos tipos de sinonimia:


- Sinonimia absoluta: la mayor parte de los críticos semánticos han considerado que este tipo de sinonimia es prácticamente imposible, puesto que un significado conceptual básico se compone de rasgos conceptuales secundarios, connotativos y relacionantes. Por tanto, no puede existir un término equivalente que se intercambie en el mismo contexto o situación sin que exista algún tipo de alternación en el significado objetivo o en el valor connotativo. A pesar de ello, la sinonimia absoluta puede darse en determinados sectores: lenguaje técnico-científico, familiar o industrial: cabeza = coco, azotea...

- Sinonimia conceptual: se da cuando dos elementos poseen rasgos conceptuales en común. Sin embargo, cuando uno de los elementos posee rasgos diferenciales conceptuales específicos diferentes al resto de elementos, desaparece este tipo de sinonimia: embarcación, barco, navío...

- Sinonimia contextual: afecta a vocablos que pueden ser intercambiados en un mismo contexto. Se parte de la idea, defendida por Meillet o Wittgenstein, de que una unidad no tiene significado por si misma, sino que viene dada por el contexto: Los garbanzos son pesados // Los garbanzos son indigestos.

- Sinonimia referencial: diferentes términos que no tienen ningún elemento en común ni son sinónimos entre sí, se refieren a un mismo referente. Esto suele darse en la cohesión de la lengua oral, no en el sistema: Mi tío, Don José, es médico.


Con respecto a la polisemia, debemos decir que los constituyentes léxicos de una lengua no poseen únicamente un solo significado, sino varios que poseen una relación entre sí. Este tipo de la relación establece un campo semántico entre los elementos que lo componen, lo cual debemos identificarlo con la teoría conceptual del significado (visto en la sinonimia conceptual). La polisemia se compone mediante diversos mecanismos, el más común es partir de un significado primario para, posteriormente, crear otros significados a través de diferentes mecanismos de asociación estudiados por la semántica diacrónica: banco (para sentarse) y banco (sucursal bancaria donde ingresamos o extraemos dinero).


Otro de los mecanismos relevantes es la homonimia. Se trata de un fenómeno totalmente distinto al anterior, tiene lugar cuando diversos signos lingüísticos de distinto origen confunden sus significantes. Si solo hay coincidencia fónica nos encontraremos ante palabras homófonas, si existe coincidencia entre las grafías se tratará de una homonimia homógrafa.


A su vez, podemos diferenciar dos tipos de homonimia:

- Homonimia parcial: donde hay una diferenciación semántica y gramatical: haz (de leña), haz (verbo hacer).

- Homonimia total: donde hay una similitud de la categoría gramatical, pero una diferencia semántica: ojear y hojear (verbos).


Para evitar los casos de homonimia debemos hacer uso del género, los plurales, observar la detención de los cambios fónicos y sustituir un elemento por otro.


Por último, hablaremos de la antonimia, se trata de la relación de oposición o contrariedad entre dos términos. Es uno de los elementos más importantes de las relaciones semánticas. Podemos encontrar diversos tipos de antonimia:

- Antonimia complementaria: la afirmación de un término implica la negación del otro: hombre/mujer. Algunas de las dicotomías que aquí encontramos son lingüísticas, pero pueden existir extralingüísticas, culturales, biológicas...

- Antonimia gradual: implica que los elementos contrarios son graduales (caliente, tibio, frío). Por tanto, la afirmación de uno no implica la negación del contrario.

- Antonimia recíproca: uno de los términos implica necesariamente al otro: padre/hijo.

- Antonimia inversa: afecta a términos opuestos: entrar/salir.


Una vez vistas (de forma superficial) las relaciones semánticas, pasaremos a abordar la clasificación establecida por Ullmann sobre los diferentes cambios semánticos

- Cambios por el carácter conservador de la lengua: aunque el elemento real cambie, el término se mantiene: PLUMA, hoy en día no se refiere al objeto real creado mediante las plumas de las aves.


- Cambios por innovación lingüística: podemos encontrar dos tipos: por trasferencia de significantes y por transferencia de significados.
Si nos centramos en la transferencia de significantes, observamos dos tipos:
1. Transferencia de significante por semejanza de los significados. Puede ser de tres tipos: abstracción (un elemento pasa del plano concreto al abstracto), sinestésica (relación de asimilación) y sustancial (la semejanza de los significados permite establecer la designación de uno mediante el otro).

2. Transferencia de significante por contigüidad de los significados. Es un fenómeno resultante de la metonimia que da lugar a tres subapartados: espacial (la parte por el todo, el continente por el contenido, el contenido por el continente, el objeto por el lugar, el lugar por el objeto...), temporal, causal (el instrumento por la acción) y psicológica. La metonimia es un fenómeno que se da en base a la realidad, es mucho más íntimo que la metáfora y no requiere de una inspiración creadora.

En cuanto a las transferencias de significado, observamos:

1. Transferencia de significado por la similitud del significante.

2. Transferencia de significado por la contigüidad de los significantes. Viene dada mediante el fenómeno de la elipsis.


Las causas de estos cambios semánticos, según Lázaro Carreter, vienen dadas por factores histórico-sociales (carácter conservador de la lengua), factores sociales (algunos vocablos cambian por ampliación o restricción), palabras tabú (evitar términos incómodos), connotaciones sociales (grupos colectivos que provocan una impresión) y psicológicos.


En suma, los cambios semánticos no se producen en el lexema, sino en la variación del semema y sus diferentes semas. La causa última es siempre lingüística, ya que ninguna causa externa es posible si no es aceptada por el sistema. 



'Un baccio molto grande'




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