¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y en la hora de mi muerte conjuradas.
¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?
Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.
Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.
La finalidad del
presente comentario es analizar la finalidad de convergencias expresivas en que
se articula la unidad de sentido que el texto literario proyecta. Por ello,
examinaremos la estilística interna del
soneto, averiguando así el modo en que se estructuran los motivos alrededor del
eje temático básico. En segundo lugar, interpretaremos la estilística externa,
es decir, los procedimientos estilísticos y figurativos que sirven para
vehicular el esquema temático del poema.
El soneto se encuentra
inscrito en la amplia categoría de la poesía amorosa, en concreto la temática
principal se basa en el dolor del poeta por la ausencia de la amada. El
sentimiento nombrado aparece a partir de dos motivos principales que componen
su esquema temático, el primero de ello se encuentra en los dos primeros
cuartetos donde el autor rememora una época pasada de felicidad. Este
sentimiento de melancolía aparece representado por el vocablo o palabras clave
de los dos primeros cuartetos «memoria» (v. 3) y por «pasadas horas» (vv. 5-6).
Este primer motivo se
complementa con el segundo eje temático que aparece en los tercetos, donde Garcilaso
muestra la cuita sufrida por la pérdida de la amada. Este sentimiento de aniquilante
dolor amoroso, lo muestra el hablante lírico mediante lo que podríamos
considerar palabras claves de los dos tercetos: «mal que me dejaste» (v. 11) y
«verme morir » (v. 14).
Por otro lado, cada uno
de los motivos temáticos nombrados con anterioridad se construye mediante un
proceso actorial distinto. En la primera unidad temática (recuerdos del pasado)
aparece un único actor poemático: el yo-amante, el cual es al mismo tiempo
sujeto porque hace uso de la memoria para recordar tiempos de felicidad pasados.
A su vez, junto a este
yo-amante, encontramos en la segunda unidad temática referencias hacia la
amada. El actor lírico alude a su amada mediante el sentimiento de dolor, la
caracteriza como distante o ausente tal y como se observa en «llevadme junto al
mal que me dejastes» (v. 11).
Debido a todo lo
expuesto, podemos afirmar que el soneto se inscribe en el tópico de la cuita
amorosa, muy presente a la en la poesía castellana. Sin embargo, dicho tópico
queda renovado mediante la actitud del hablante lírico en los dos primeros
cuartetos (rememorar el tiempo pasado), ya que implica una autocontemplación
del tiempo vivido y pasado. Representan una época de felicidad donde el actor
poemático poesía a su amada.
Por tanto, la reflexión
diacrónica del yo-poético aporta dos características muy relevantes que
permiten la estrecha relación de ambos ejes temáticos y proporciona al soneto
una continuidad argumental. En los dos primeros cuartetos el hablante lírico se
permite, mediante el recuerdo y la contemplación del pasado, hablar con
optimismo; un claro ejemplo de ello lo observamos en «dulces y alegres cuando
Dios quería» (v. 2). Sin embargo, cuando vuelve a la realidad del presente
(tercetos) encontramos a un yo desesperanzador que muestra el dolor por la
lejanía de la amada y el deseo de que termine esa cuita amorosa.
Al resumir la
articulación temática del poema, se evidencia una estructura en estricta
correspondencia entre las dos partes, puesto que se parte desde un pasado
repleto de felicidad hasta llegar a un presente doloroso. Por tanto, posee una
estructura lineal, ya que los dos tercetos concluyen con esa pregunta retórica
que encontramos en el segundo cuarteto. Dicha conclusión condensa todas las
intenciones que ha ido exponiendo el poeta a lo largo de los versos, es decir,
comienza tratando sus recuerdos amorosos para pasar a la pregunta retórica que
conlleva aun final repleto de dolor y
angustia amorosa.
De la misma forma se
puede tratar la simetría que posee la estructura climática del soneto. El
primer cuarteto parte desde una situación de anticlímax que se potencia
lentamente a lo largo del poema mediante la pregunta retórica y abarca los dos
tercetos, llegando así al clímax final situado en el último terceto cuando el
hablante afirma que su amada desea verlo morir de tristeza a causa del
sufrimiento amoroso.
En lo que se refiere al
análisis de la estructura externa, debemos señalar aquellos recursos
figurativos y estilísticos que actualizan los contenidos temáticos, es decir,
pasaremos a tratar el nivel pragmático, léxico-semántico, morfosintáctico y
fónico del soneto.
En relación al nivel
pragmático, diremos que encontramos un diseño comunicativo predominante, ya que
en el poema se desarrolla un discurso afectivo dirigido por la actitud lírica
del hablante poemático que utiliza la primera persona del singular para
eliminar, de ese modo, la distancia entre el enunciado y la esfera íntima de
las experiencias personales. Debido a ello, la función comunicativa principal
es la expresiva. Sin embargo, debe afirmarse la presencia de una función
comunicativa latente, la apelativa ya que el actor lírico emplea el apóstrofe
para hacer una alusión constante a la amada. A su vez, se hace uso de la
personificación con motivo de hacer presente a su amada en el soneto a través
de las prendas.
Ha de hacerse mención a
la pregunta retórica que ocupa todo el segundo cuarteto. Es de especial interés
hacer hincapié en ello, ya que el poeta afirma su felicidad pasada y su
sufrimiento presente mediante una interrogación que no necesita ser respondida.
En el segundo de los
niveles, el léxico-semántico, destacamos la tonalidad del sentimiento del yo
lírico reflejado en el léxico aparentemente claro en los dos primeros cuartetos
con ejemplo como «dulces, alegres» (v. 2); pero que pasa a convertirse en
oscuro en los dos últimos tercetos cuando habla de la pena que le provoca el
sentimiento amoroso: «mal que me dejastes» (v. 11) y «verme morir entre memorias
tristes» (v. 14).
Esa expresión del
sentimiento formada por una serie de sinónimos a lo largo del poema convergen
en una isotopía, la del aniquilación del yo a causa de la cuita amorosa
provocada por el alejamiento de la amada.
Con respecto al
lenguaje, observamos que a simple vista podría ser considerado sencillo, sin
embargo en el soneto están presentes figuras literarias como el antítesis:
«tanto bien/tan grave dolor» (vv. 6 y 8), «junto todo el bien/junto el mal»
(vv. 9-11) y «tanto bien (pasado)/memorias tristes (presente)» (vv. 6 y 14). A
su vez, encontramos el uso de la paradoja en el verso primero «dulces prendas,
por mi mal halladas», ya que en un principio las prendas le resultan algo
positivo que, posteriormente, se transforma en algo negativo.
Desde un punto de vista
sintáctico resulta llamativa la presencia de un lenguaje sencillo y elegante
para la expresión del dolor amoroso. Encontramos el empleo de arcaísmos propios
del siglo XVI, como por ejemplo «vía» (v. 6) se trata de una contracción del
pretérito imperfecto (veía) o también «habíades» (habíais).
Es relevante hacer
mención del uso de dos encabalgamientos suaves, por parte de Garcilaso, en el
segundo cuarteto: «pasadas horas» (vv. 6-7) y «habíades de ser con tan grave»
(vv. 7-8).
Por lo que respecta al
nivel morfológico, resulta de especial pertinencia el manejo de las formas
verbales. Cuantitativamente la categoría verbal domina en el poema, lo cual
enfatiza la idea de ese proceso emocional que está sufriendo el actor lírico;
puesto que pasa de rememorar los acontecimientos felices junto a su amada a
sufrir un agudo dolor por la ausencia de esta.
Los tiempos y modos
verbales sirven para unir cada estadio de este trayecto lineal, esto se observa
con la presencia de tiempos verbales que unen el pasado con la situación
presente del poeta. Es interesante hacer mención del empleo del imperativo
«llevadme» (v. 10), podría ser interpretado como un ruego del hablante
poemático hacia la amada para hacer desaparecer ese sufrimiento tan intenso. Por
otro lado, el futuro («sospecharé») del verso doceavo indica que el poeta
desconfía de las intenciones negativas de la amada al abandonarlo y dejarlo
solo ante ese dolor, es decir, parece mostrarnos la pretensión de la amada de
hacerlo sufrir.
La importancia de los
verbos está acentuada también en el nivel fónico, son diez versos los que
terminan en una formal verbal que pone de relieve la rima consonántica:
«halladas, quería, conjuradas, representadas, llevastes».
Asimismo, desde el
nivel fónico se refuerza el contraste temático y sintáctico entre estos dos
grupos estróficos (cuartetos y tercetos), más concretamente la distribución de
la pausa que se hace en los cuartetos permite que el discurrir de los versos
sea dinámico a través de esos encabalgamiento suaves que los emparejan. Sin
embargo, esa fluidez viene interrumpida por dos pausas internas situadas en el
primer verso de cada cuarteto. Por otro lado, es relevante destacar la pausa
interna que aparece en el primer verso del último de los tercetos.
Por tanto, podemos
afirmar que se trata de un soneto convencional con catorce versos endecasílabos
repartidos en dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante. Debido a ello,
la estructura métrica del soneto de Garcilaso es ABBA ABBA CDC DCD.
Desde un punto de vista
formal, nos hallamos ante un tipo de estrofa que, por su perfecta estructura,
hace posible que se vaya intensificando la expresión de la intimidad de forma
gradual hasta llegar al sufrimiento amoroso. La tradición italiana no está perfeccionada
en Garcilaso, pero se empieza a notar una especial musicalidad en el
endecasílabo y en la incorporación del sentimiento intimista.
Tras el estudio
anterior, pasaremos a abordar el plano filológico del presente soneto. En
primer lugar, diremos que se emplea el castellano de los Siglos de Oro, es
decir, el establecido desde la aparición de la Gramática Castellana de Nebrija (1492) hasta los inicios del siglo
XVIII. Se trata de un período crucial de fijación fonológica y de evolución de
la mayoría de las grafías medievales.
Como muestra de lo
argumentado con anterioridad, encontramos en el soneto el triunfo de la «h»
frente a la «f» inicial latina como se observa en «halladas» (v. 1), por otro
lado se observa la fijación de la conjunción «y» como nexo entre los enunciados
presentes. Asimismo, desaparece la confusión entre las grafías «b» y «v» tal y
como se muestra en «grave» (v. 8) y se generaliza el empleo pospuesto del
pronombre tras el imperativo, como por ejemplo «llevadme» (v. 11).
Sin embargo, se
mantiene el empleo del voseo «vos» (v. 6) que desaparecerá finalmente en 1620 y
será sustituido por «usted». Por otro lado, se mantiene la alternancia de la
terminación verbal «-stes/-steis» en el perfecto simple hasta finales del siglo
XVII, tal y como aparece en las formas verbales del presente soneto:
«deseastes, pusistes, distes, dejastes».
En suma, a lo largo del
presente análisis se ha puesto de manifiesto los indicios temáticos y
expresivos que nos permiten localizar el poema en un momento de transición: se
incorpora el dolor amoroso junto a los juegos conceptistas de la poesía
cancioneril castellana del siglo XV donde aparece una tendencia a la simetría y
un molde estrófico propio de la poesía italianizante y renacentista. El poeta
va asimilando el movimiento petrarquista y pretende hacer uso de los metros
poéticos italianos como vía para la expresión de las emociones. Esta actitud
que potencia lo humano es característica del Renacimiento.
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