lunes, 2 de mayo de 2016

¡Oh dulces prendas, por mí mal halladas [...] ! Garcilaso

¡Buenos días a tod@s!


¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
dulces y alegres cuando Dios quería!
Juntas estáis en la memoria mía,
y en la hora de mi muerte conjuradas.

¿Quién me dijera, cuando en las pasadas
horas en tanto bien por vos me vía,
que me habíades de ser en algún día
con tan grave dolor representadas?

Pues en un hora junto me llevastes
todo el bien que por términos me distes,
llevadme junto el mal que me dejastes.

Si no, sospecharé que me pusistes
en tantos bienes porque deseastes
verme morir entre memorias tristes.


La finalidad del presente comentario es analizar la finalidad de convergencias expresivas en que se articula la unidad de sentido que el texto literario proyecta. Por ello, examinaremos la estilística interna  del soneto, averiguando así el modo en que se estructuran los motivos alrededor del eje temático básico. En segundo lugar, interpretaremos la estilística externa, es decir, los procedimientos estilísticos y figurativos que sirven para vehicular el esquema temático del poema.
El soneto se encuentra inscrito en la amplia categoría de la poesía amorosa, en concreto la temática principal se basa en el dolor del poeta por la ausencia de la amada. El sentimiento nombrado aparece a partir de dos motivos principales que componen su esquema temático, el primero de ello se encuentra en los dos primeros cuartetos donde el autor rememora una época pasada de felicidad. Este sentimiento de melancolía aparece representado por el vocablo o palabras clave de los dos primeros cuartetos «memoria» (v. 3) y  por «pasadas horas» (vv. 5-6).
Este primer motivo se complementa con el segundo eje temático que aparece en los tercetos, donde Garcilaso muestra la cuita sufrida por la pérdida de la amada. Este sentimiento de aniquilante dolor amoroso, lo muestra el hablante lírico mediante lo que podríamos considerar palabras claves de los dos tercetos: «mal que me dejaste» (v. 11) y «verme morir » (v. 14).
Por otro lado, cada uno de los motivos temáticos nombrados con anterioridad se construye mediante un proceso actorial distinto. En la primera unidad temática (recuerdos del pasado) aparece un único actor poemático: el yo-amante, el cual es al mismo tiempo sujeto porque hace uso de la memoria para recordar tiempos de felicidad pasados.
A su vez, junto a este yo-amante, encontramos en la segunda unidad temática referencias hacia la amada. El actor lírico alude a su amada mediante el sentimiento de dolor, la caracteriza como distante o ausente tal y como se observa en «llevadme junto al mal que me dejastes» (v. 11).
Debido a todo lo expuesto, podemos afirmar que el soneto se inscribe en el tópico de la cuita amorosa, muy presente a la en la poesía castellana. Sin embargo, dicho tópico queda renovado mediante la actitud del hablante lírico en los dos primeros cuartetos (rememorar el tiempo pasado), ya que implica una autocontemplación del tiempo vivido y pasado. Representan una época de felicidad donde el actor poemático poesía a su amada.
Por tanto, la reflexión diacrónica del yo-poético aporta dos características muy relevantes que permiten la estrecha relación de ambos ejes temáticos y proporciona al soneto una continuidad argumental. En los dos primeros cuartetos el hablante lírico se permite, mediante el recuerdo y la contemplación del pasado, hablar con optimismo; un claro ejemplo de ello lo observamos en «dulces y alegres cuando Dios quería» (v. 2). Sin embargo, cuando vuelve a la realidad del presente (tercetos) encontramos a un yo desesperanzador que muestra el dolor por la lejanía de la amada y el deseo de que termine esa cuita amorosa.
Al resumir la articulación temática del poema, se evidencia una estructura en estricta correspondencia entre las dos partes, puesto que se parte desde un pasado repleto de felicidad hasta llegar a un presente doloroso. Por tanto, posee una estructura lineal, ya que los dos tercetos concluyen con esa pregunta retórica que encontramos en el segundo cuarteto. Dicha conclusión condensa todas las intenciones que ha ido exponiendo el poeta a lo largo de los versos, es decir, comienza tratando sus recuerdos amorosos para pasar a la pregunta retórica que conlleva  aun final repleto de dolor y angustia amorosa.
De la misma forma se puede tratar la simetría que posee la estructura climática del soneto. El primer cuarteto parte desde una situación de anticlímax que se potencia lentamente a lo largo del poema mediante la pregunta retórica y abarca los dos tercetos, llegando así al clímax final situado en el último terceto cuando el hablante afirma que su amada desea verlo morir de tristeza a causa del sufrimiento amoroso.
En lo que se refiere al análisis de la estructura externa, debemos señalar aquellos recursos figurativos y estilísticos que actualizan los contenidos temáticos, es decir, pasaremos a tratar el nivel pragmático, léxico-semántico, morfosintáctico y fónico del soneto.
En relación al nivel pragmático, diremos que encontramos un diseño comunicativo predominante, ya que en el poema se desarrolla un discurso afectivo dirigido por la actitud lírica del hablante poemático que utiliza la primera persona del singular para eliminar, de ese modo, la distancia entre el enunciado y la esfera íntima de las experiencias personales. Debido a ello, la función comunicativa principal es la expresiva. Sin embargo, debe afirmarse la presencia de una función comunicativa latente, la apelativa ya que el actor lírico emplea el apóstrofe para hacer una alusión constante a la amada. A su vez, se hace uso de la personificación con motivo de hacer presente a su amada en el soneto a través de las prendas.
Ha de hacerse mención a la pregunta retórica que ocupa todo el segundo cuarteto. Es de especial interés hacer hincapié en ello, ya que el poeta afirma su felicidad pasada y su sufrimiento presente mediante una interrogación que no necesita ser respondida.
En el segundo de los niveles, el léxico-semántico, destacamos la tonalidad del sentimiento del yo lírico reflejado en el léxico aparentemente claro en los dos primeros cuartetos con ejemplo como «dulces, alegres» (v. 2); pero que pasa a convertirse en oscuro en los dos últimos tercetos cuando habla de la pena que le provoca el sentimiento amoroso: «mal que me dejastes» (v. 11) y «verme morir entre memorias tristes» (v. 14).
Esa expresión del sentimiento formada por una serie de sinónimos a lo largo del poema convergen en una isotopía, la del aniquilación del yo a causa de la cuita amorosa provocada por el alejamiento de la amada.
Con respecto al lenguaje, observamos que a simple vista podría ser considerado sencillo, sin embargo en el soneto están presentes figuras literarias como el antítesis: «tanto bien/tan grave dolor» (vv. 6 y 8), «junto todo el bien/junto el mal» (vv. 9-11) y «tanto bien (pasado)/memorias tristes (presente)» (vv. 6 y 14). A su vez, encontramos el uso de la paradoja en el verso primero «dulces prendas, por mi mal halladas», ya que en un principio las prendas le resultan algo positivo que, posteriormente, se transforma en algo negativo.
Desde un punto de vista sintáctico resulta llamativa la presencia de un lenguaje sencillo y elegante para la expresión del dolor amoroso. Encontramos el empleo de arcaísmos propios del siglo XVI, como por ejemplo «vía» (v. 6) se trata de una contracción del pretérito imperfecto (veía) o también «habíades» (habíais).
Es relevante hacer mención del uso de dos encabalgamientos suaves, por parte de Garcilaso, en el segundo cuarteto: «pasadas horas» (vv. 6-7) y «habíades de ser con tan grave» (vv. 7-8).
Por lo que respecta al nivel morfológico, resulta de especial pertinencia el manejo de las formas verbales. Cuantitativamente la categoría verbal domina en el poema, lo cual enfatiza la idea de ese proceso emocional que está sufriendo el actor lírico; puesto que pasa de rememorar los acontecimientos felices junto a su amada a sufrir un agudo dolor por la ausencia de esta.
Los tiempos y modos verbales sirven para unir cada estadio de este trayecto lineal, esto se observa con la presencia de tiempos verbales que unen el pasado con la situación presente del poeta. Es interesante hacer mención del empleo del imperativo «llevadme» (v. 10), podría ser interpretado como un ruego del hablante poemático hacia la amada para hacer desaparecer ese sufrimiento tan intenso. Por otro lado, el futuro («sospecharé») del verso doceavo indica que el poeta desconfía de las intenciones negativas de la amada al abandonarlo y dejarlo solo ante ese dolor, es decir, parece mostrarnos la pretensión de la amada de hacerlo sufrir.
La importancia de los verbos está acentuada también en el nivel fónico, son diez versos los que terminan en una formal verbal que pone de relieve la rima consonántica: «halladas, quería, conjuradas, representadas, llevastes».
Asimismo, desde el nivel fónico se refuerza el contraste temático y sintáctico entre estos dos grupos estróficos (cuartetos y tercetos), más concretamente la distribución de la pausa que se hace en los cuartetos permite que el discurrir de los versos sea dinámico a través de esos encabalgamiento suaves que los emparejan. Sin embargo, esa fluidez viene interrumpida por dos pausas internas situadas en el primer verso de cada cuarteto. Por otro lado, es relevante destacar la pausa interna que aparece en el primer verso del último de los tercetos.
Por tanto, podemos afirmar que se trata de un soneto convencional con catorce versos endecasílabos repartidos en dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante. Debido a ello, la estructura métrica del soneto de Garcilaso es ABBA ABBA CDC DCD.
Desde un punto de vista formal, nos hallamos ante un tipo de estrofa que, por su perfecta estructura, hace posible que se vaya intensificando la expresión de la intimidad de forma gradual hasta llegar al sufrimiento amoroso. La tradición italiana no está perfeccionada en Garcilaso, pero se empieza a notar una especial musicalidad en el endecasílabo y en la incorporación del sentimiento intimista.
Tras el estudio anterior, pasaremos a abordar el plano filológico del presente soneto. En primer lugar, diremos que se emplea el castellano de los Siglos de Oro, es decir, el establecido desde la aparición de la Gramática Castellana de Nebrija (1492) hasta los inicios del siglo XVIII. Se trata de un período crucial de fijación fonológica y de evolución de la mayoría de las grafías medievales.
Como muestra de lo argumentado con anterioridad, encontramos en el soneto el triunfo de la «h» frente a la «f» inicial latina como se observa en «halladas» (v. 1), por otro lado se observa la fijación de la conjunción «y» como nexo entre los enunciados presentes. Asimismo, desaparece la confusión entre las grafías «b» y «v» tal y como se muestra en «grave» (v. 8) y se generaliza el empleo pospuesto del pronombre tras el imperativo, como por ejemplo «llevadme» (v. 11).
Sin embargo, se mantiene el empleo del voseo «vos» (v. 6) que desaparecerá finalmente en 1620 y será sustituido por «usted». Por otro lado, se mantiene la alternancia de la terminación verbal «-stes/-steis» en el perfecto simple hasta finales del siglo XVII, tal y como aparece en las formas verbales del presente soneto: «deseastes, pusistes, distes, dejastes».
En suma, a lo largo del presente análisis se ha puesto de manifiesto los indicios temáticos y expresivos que nos permiten localizar el poema en un momento de transición: se incorpora el dolor amoroso junto a los juegos conceptistas de la poesía cancioneril castellana del siglo XV donde aparece una tendencia a la simetría y un molde estrófico propio de la poesía italianizante y renacentista. El poeta va asimilando el movimiento petrarquista y pretende hacer uso de los metros poéticos italianos como vía para la expresión de las emociones. Esta actitud que potencia lo humano es característica del Renacimiento.



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