Hoy me he levantado un poco poética y quería compartir con todos vosotros un soneto de Gutierre de Cetina que nos incita a no levantarnos de la cama y seguir con ese dulce sueño suave que nos permite olvidarnos de todos los problemas mientras nos encontramos en ese sabroso periodo de ensoñación.
Cuando leáis el poema, encontraréis algunas palabras que respetan la ortografía de la edición que poseo del poema.
¡Ay, sabrosa ilusión, sueño süave!
¿quién te ha enviado a mí? ¿Cómo veniste?
¿Por dónde entraste el alma o qué le diste?
a mi secreto por guardar la llave?
¿Quién pudo a mi dolor fiero, tan grave,
el remedio poner que tú pusiste?
Si el ramo tincto en Lete en mí esparciste,
ten la mano al velar que no se acabe.
Bien conozco que duermo y que me engaño,
mientra envuelto en un bien falso, dudoso,
manifiesto mi mal se muestra cierto.
Pero, pues excusar no puedo un daño,
hazme sentir, ¡oh sueño pïadoso!,
antes durmiendo el bien, que el mal despierto.
Ahora, ¿cómo no?, un pequeño análisis de lo que nos quiere contar el autor en su poema, el cual he hecho para practicar mi 'futura' oposición. Espero que os guste.
El
soneto se encuentra inscrito en la amplía categoría de la poesía amorosa donde
se destaca el tono intimista, psicológico y subjetivo de las emociones del
yo-lírico hacia una dama totalmente idealiza. La temática principal se basa en
la ausencia del dolor por la ausencia de la amada en el periodo de sueño del hablante lírico, por tanto, podemos afirmar que el poeta se reencuentra con
su amada a través de los sueños.
Los
sentimientos nombrados (dolor por la ausencia de la amada y alivio por medio de
la ensoñación) aparecen a partir de dos motivos principales que componen su
esquema temático, el primero de ellos se encuentra en los dos primeros
cuartetos donde el autor anhela seguir soñando para evitar el sufrimiento por
la pérdida de la amada. Esta necesidad de permanecer en el alivio del sueño
aparece representada por las siguientes palabras clave: «sueño süave» (v. 1),
«remedio» (v. 6) y «guardar la llave» (v. 4), esta última entendida como la
‘llave’ que abre paso a su sufrimiento amoroso.
Este
primer motivo se complementa con el segundo eje temático que aparece en los
tercetos, donde el yo-poético es consciente de que su única felicidad procede
de los sueños y desea seguir manteniendo ese bien placentero, puesto que el
único momento en el que posee a su amada es en el periodo de ensoñación. Este
sentimiento de lucidez ante la situación que está viviendo, lo muestra el autor
mediante lo que podríamos considerar las palabras claves: «conozco que duermo»
(v. 9), «bien falso» (v. 10) y «mal despierto» (v. 14).
En suma, cada uno de los motivos temáticos nombrados con anterioridad se
construyen mediante un proceso actorial distinto. En la primera unidad temática
aparece un único actor poemático: el yo-amante, el cual es al mismo tiempo
sujeto porque hace uso de su propia experiencia personal (el duce sueño) para
manifestar al receptor que únicamente es capaz de hacer cesar el dolor a través
del sueño.
Este pequeño análisis me recuerda a la frase de Teócrito, la cual dice: 'vienes en cuanto el dulce sueño me domina, marchas en cuanto el dulce sueño me abandona, huyes cual oveja viera a cano lobo'.
¡Despierta! Es hora de enfrentarse a un nuevo día. |
¡Un baccio molto grande!
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