¡Buenos días a tod@s!
Bermejazo Platero de las cumbres,
a cuya luz se espulga la canalla,
la Ninfa Daphne que se afufa y calla,
si la quieres gozar, paga, y no alumbres.
Si quieres ahorrar de pesadumbres,
ojo del cielo, trata de comprarla,
en confites gastó Marte la malla,
y la espada en pasteles, y en alumbres.
Volvióse en bolsa Júpiter severo,
levantóse las faldas la doncella,
por recogerle en lluvia de dinero.
Astucia fue de alguna Dueña estrella,
que de Estrella sin Dueña no lo infiero,
Phebo, pues eres Sol, sírvete de ella.
Quevedo
El soneto se encuentra
inscrito en la categoría de la poesía conceptista donde se destaca la creencia
de que existen en el universo una serie de correspondencias e interrelaciones
que el hombre es capaz de descubrir. Se trata de una poesía en la que
encontramos la expresión de los contrarios. La temática principal se basa en
parodiar el mito clásico de Apolo y Dafne, por tanto, nos enfrentamos ante un
tipo de conceptismo burlesco.
Dicho tono burlesco
aparece a partir de los tres motivos principales que componen su esquema
temático, el primero de ellos se encuentra en el primer cuarteto donde el autor
nos introduce el tema que va a tratar referido a Apolo y Dafne. Las palabras
claves que representan lo dicho son: «Nynpha Daphne» (v. 3) y «goçar» (v. 4).
Este primer motivo se
complementa con el segundo eje temático que aparece en el segundo y primer
terceto, donde el yo-poético describe la forma en que otros dioses fueron
capaces de conseguir a Dafne. Esta persecución se muestra mediante lo que
podríamos considerar las palabras clave: «compralla» (v. 6) y «gastó» (v. 7). A
su vez, este segundo motivo temático viene complementado por el tercer eje
temático del soneto situado en el último de los tercetos, en el que el autor
emplea el personaje de la dueña para actuar como mediador entre Apolo y Dafne;
las palabras clave que representan lo dicho son: «Dueña» (v. 12) y «sírvete de
ella» (v. 14).
Por otro lado, cada uno
de los motivos temáticos nombrados con anterioridad se construyen mediante un
mismo proceso actorial. En las tres unidades temáticas, el yo-lírico no está
presente, sino que opta por dirigirse en el poema a la figura de Apolo
(Bermejaço Platero) para construir un soneto que burle el mito clásico. Además
de insertar los distintos amantes (Marte y Júpiter) que han sido capaces de disfrutar,
a través de distintos medios, de la ninfa Dafne.
Debido a todo lo
expuesto, podemos afirmar que el soneto se inscribe en la corriente del
conceptismo burlesco. Quevedo, desde la literatura, desea desenmascarar los
vicios, por tanto es posible aceptar que la composición del presente poema nos
lleve a pensar que el autor pretende realizar una denuncia de los vicios
sexuales del hombre mediante la parodia del mito clásico de Apolo y Dafne.
Al resumir la
articulación temática del poema, se evidencia una estructura en estricta
correspondencia entre las tres partes, puesto que se parte de una introducción
por parte del poeta sobre lo que va a tratar el soneto (mito de Apolo y Dafne)
y se sigue con los diferentes procesos realizados por los amantes para gozar de
la presencia de la ninfa, hasta llegar a la especie de consejo que le otorga el
autor a Apolo para poder disfrutar de Dafne: ofrécele dinero a la dueña para
conseguir a la ninfa.
De la misma forma se
puede tratar la simetría que posee la estructura climática del poema. El primer
cuarteto parte de una situación de anticlímax que aumenta lentamente en las
siguientes estrofas y que se potencia en el último terceto con el consejo del
autor hacia Apolo para poder conseguir el disfrute de Dafne.
En lo que se refiere a
la estructura externa, debemos señalar aquellos recursos figurativos y
estilísticos que actualizan los contenidos temáticos, es decir, pasaremos a
tratar el nivel pragmático, léxico-semántico y fónico del soneto.
En relación al nivel
pragmático, diremos que encontramos un diseño comunicativo predominante, ya que
en el poema se desarrolla un discurso en el que el yo poético ejemplifica los
sucesos realizados por otras divinidades para llegar hasta Dafne. Lo dicho se
refuerza mediante el uso de la tercera persona del singular: «gastó Marte» (v.
7). Debido a ello, la función comunicativa principal es la referencial.
Sin embargo, debe
afirmarse la presencia de una función comunicativa latente, ya que el actor
lírico emplea el apóstrofe para hacer una llamada constante a Apolo; es decir,
le otorga al dios una serie de consejos para llegar a su objetivo. Para ello,
hace uso de la segunda persona: «eres» y «sírvete» (v. 14). Por tanto, el autor
emplea al mismo tiempo la función apelativa.
En el segundo de los
niveles, el léxico-semántico, destacamos la tonalidad del yo lírico en el
léxico predominantemente oscuro en todo el soneto, destacamos como ejemplos:
«canalla» (v. 2), «no alumbres» (v. 4), «pesadumbres» (v. 5) y «severo» (v. 9).
Esa expresión de la figura de la ninfa como un ‘canalla’ y las distintas formas
de conseguir a Dafne por parte de otros dioses, nos muestran cómo el yo-poético
quiere que Apolo consiga a dicha ninfa a través de actos oscuros y no mediante
al cortejo. Parece que se nos representa a Dafne como una prostituta de un
burdel en el que la «dueña» (v. 12) es la que se encarga de recaudar el dinero
y ofrecer los servicios de la ninfa.
La expresión de todo lo
argumentado, está formada por una serie de términos a lo largo de todo el poema
que convergen en una isotopía, la de las acciones llevadas a cabo para
conseguir el goce de Dafne: «compralla», «gastó», «levantose las faldas» y
«dinero» (vv. 6, 7, 10 y 11). Por lo tanto, el poema está dotado de un alto
grado de sensualidad.
Con respecto al
lenguaje, observamos que a simple vista podría ser considerado como un
instrumento culto en las manos de Quevedo, mediante el cual se hace referencia
al mito de Apolo y Dafne de una forma paródica a través de una serie de interrelaciones
a las que el receptor debe llegar y desentrañar para entender el significado
oculto del poema.
A su vez, en el soneto
están presentes figuras literarias como el uso de las diferentes deidades
mitológicas: Apolo, Dafne, Marte y Júpiter. La metáfora también se encuentra
presente en el soneto a través de: «Bermejaço Platero de las cumbres» (v. 1)
para referirse a Apolo y «ojo del cielo» (v. 6) para volver a hacer referencia
a Apolo, puesto que es el Dios del Sol. Asimismo, encontramos el uso del hipérbaton,
se trata de una alteración gramatical en los versos, tales como: «en confites
gastó Marte la malla» (v. 7), «volviose en bolsa Iupiter severo» (v. 9) y
«levantose las faldas la doncella» (v. 10). Por último, es interesante hacer
referencia a la elipsis del verbo ‘gastar’ que encontramos en «y la espada en
pasteles, i en alumbres» (v. 8).
Desde un punto de vista
sintáctico resulta llamativa la presencia de unas estructuras sintácticas
complejas donde prima la construcción de oraciones compuestas que se
corresponden a las cuatro estrofas del soneto. Un claro ejemplo lo encontramos
en el primer cuarteto, formado por una proposición subordinada adjetiva («que
se asusta y calla» v. 3) y una adverbial condicional («si la quieres gozar» v.
5), además del uso de la coordinad copulativa mediante el nexo «i» en el verso
cuatro («para, i no alumbres»).
Encontramos, a su vez,
el empleo de los nombres latinos de los dioses «Iupiter» y «Daphne». El único
detalle que debe ser nombrado, es que el primero de ellos no posee la forma
latina completa, puesto que el nombre latino es Iuppiter y en el soneto de Quevedo dicho nombre pierde una de las
consonantes /p/. Desde nuestro punto de vista, esto puede deberse a que el
léxico y la sintaxis evolucionan a lo largo del tiempo y aparecen elementos
latinos con ciertas modificaciones.
Por lo que respecta al
nivel morfológico, resulta de especial pertinencia señalar la presencia de los
antropónimos de origen mitológico: Dafne, Marte, Júpiter y Apolo que sirven
para reforzar la temática principal (parodia del mito de Apolo y Dafne). Es
interesante mencionar el predominio de la sustantivación y la escasa aparición
de la adjetivación y los adverbios, ya que nos encontramos ante un poema en el
que el yo-poético pretende otorgar una serie de consejos para convencer a Apolo
a que intente conseguir el disfrute del placer de la ninfa.
Por tanto, no se limita
a describir, sino que predomina la exposición. Los únicos adjetivos con los que
podemos toparnos en el soneto tienen una función característica, son epítetos
que tienen una función decorativa: «Bermejaço platero» (v. 1) y «Iupiter
severo» (v. 9).
Debemos señalar también
la importancia de los verbos, donde encontramos el empleo de la tercera
persona, para exponer los métodos llevados a cabo por los dioses Marte y
Júpiter para conseguir a Dafne; y el de la segunda persona para dirigirse
directamente a Apolo. No obstante, es interesante el uso de los imperativos
«paga» (v. 4) y «sírvete» (v. 14), ya que refuerzan la exhortación del
yo-poético dirigida al dios para que se apodere de la ninfa Dafne.
Asimismo, desde el
nivel fónico se refuerza el contraste temático y sintáctico entre estos dos
grupos estróficos (cuartetos y tercetos), más concretamente la distribución de
la pausa que encontramos a lo largo del poema que permite que el discurrir de
los versos sea dinámico. Sin embargo, esa fluidez viene interrumpida por las
pausas internas que encontramos en el soneto y, sobre todo, por dos
braquistiquios presentes en el cuarto y catorceavo verso. En el cuarto verso
(«si la quieres goçar, paga, i no alumbres») se hace uso del braquistiquio para
llamar la atención sobre el imperativo del verbo ‘pagar’ y en el catorceavo se
emplea a modo de vocativo («Phebo, pues eres Sol, sírvete de ella») para
realidad una llamada al dios Apolo.
Por tanto, podemos
afirmar que se trata de un soneto convencional con catorce versos repartidos en
dos cuartetos y dos tercetos con rima consonante. Debido a ello, la estructura
métrica del soneto de Quevedo es ABBA ABBA CDC DCD.
En suma, a lo largo del
presente análisis se han puesto de manifiesto los indicios temáticos y
expresivos que nos permiten localizar el poema en el Alto Renacimiento, más
específicamente en el siglo XVII donde comienzan a darse indicios del Barroco a
través del movimiento que actúa como bisagra entre el Renacimiento y el
Barroco: el Manierismo, donde se busca lo exquisito de la forma, la belleza y
la artificiosidad del lenguaje.
'Un baccio molto grande'